Según la literatura histórica de los llanos de Venezuela y Colombia los
llaneros, además de ser conocidos por ser las personas que habitan en el llano,
son también conocidos por su habilidad como jinetes y encargados de todas las
tareas relacionadas con la ganadería, que para esa época era una ganadería
salvaje, debían dominar bestias criollas, corpulentas, poco dóciles y machiras en
extensas áreas de sabanas llenas de peligros y animales salvajes, enfrentarse a
anacondas gigantes y pelear con tigres para proteger a sus animales.
Se dice que sus orígenes provienen de la mezcla étnica entre arahuacos,
andaluces, canarios y algunos esclavos traídos por los españoles durante la
conquista. Por este origen, por su dialecto y su acento tan característico, su
cultura y el papel que han afrontado en diferentes guerras, el llanero se ha
idealizado y romantizado como un personaje de cuento o película de ficción.
Esos llaneros son los que hoy me inspiran para escribir estas líneas y continuar
con el blog de la Guata del Pauto.
Yo no nací en el llano, soy la típica rola
(nacida en Bogotá) que en el llano se conoce como guata, inexperta para desenvolverse
en la despiadada sabana, incapaz de abrir un broche, completamente ingenua a la
hora de tratar con un llanero o llanera y muy torpe para bailar joropo.
Hace 8
años que llegué a las tierras planas de Casanare y durante todo este tiempo
tuve la oportunidad y el honor de conocer auténticos llaneros, criollitos como
el mastranto, hombres y mujeres pata al suelo de cuchillo al cinto, caballo salvaje
y sombrero curtido de trabajo, personajes llenos de historias, de amabilidad, cortesía
y con toda la disposición de enseñar su cultura, su sabiduría y sus tradiciones
a esta guata que se sorprendía con todo lo que hacían; ellos me aceptaron en
sus casas, en su vida y cotidianidad, siempre en un ambiente de burla
respetuosa, creamos lazos de amistad que hasta hoy perduran aun estando a 10
mil kilómetros y un océano de distancia.
Conocí llaneros reconocidos y no tan reconocidos que hoy son los principales
personajes de los relatos que la Guata del Pauto quiere compartir con todos
ustedes, personajes dignos de reconocimiento y que hacen parte de los recuerdos
más hermosos que guardo con gran cariño en mi corazón.
Cada vez que hablo de un criollo es inevitable decir la frase del Cachi Ortegón
"Un llanero pata al suelo no camina, besa la tierra que lo besa"
Le agradezco especialmente a una de las familias llaneras más reconocidas en
Trinidad, San Luis de Palenque y Orocué, la familia Zambrano dueños de varios
Hatos y de la hoy reconocida RNSC El Encanto de Guanapalo, Gracias a ellos (Don
Juan Carlos Vargas del hato Mata de Palma, don Carlos Gerardo Zambrano y su
esposa Carim del Hato Montana y a don Germán y su esposa del Hato Altamira), ya
que me abrieron las puertas de sus Hatos y de sus corazones para poder aportar
algo a sus proyectos de vida, ellos me permitieron
disfrutar del encanto de sus tierras y la sabiduría de sus trabajadores para
hoy escribir estos relatos que espero disfruten.
Que emoción leer tu blog Lucia. Ya quiero leer más de tu sonrisa historias. Una abrazo grande lleno del calorcito de un atardecer llanero.
ResponderEliminarGracias por leerme, es bonito cuando a la gente le gusta...mañana es la próxima historia!!
ResponderEliminarAbrazo fuerte