miércoles, 8 de abril de 2020

A LOS LLANEROS BIEN CRIOLLITOS


Según la literatura histórica de los llanos de Venezuela y Colombia los llaneros, además de ser conocidos por ser las personas que habitan en el llano, son también conocidos por su habilidad como jinetes y encargados de todas las tareas relacionadas con la ganadería, que para esa época era una ganadería salvaje, debían dominar bestias criollas, corpulentas, poco dóciles y machiras en extensas áreas de sabanas llenas de peligros y animales salvajes, enfrentarse a anacondas gigantes y pelear con tigres para proteger a sus animales.

Se dice que sus orígenes provienen de la mezcla étnica entre arahuacos, andaluces, canarios y algunos esclavos traídos por los españoles durante la conquista. Por este origen, por su dialecto y su acento tan característico, su cultura y el papel que han afrontado en diferentes guerras, el llanero se ha idealizado y romantizado como un personaje de cuento o película de ficción.


Ser un llanero autentico, según algunos llaneros reconocidos es “representar al hombre trabajador, humilde y valiente que agradece a la vida con una copla en los labios y un paisaje en su pensamiento, por haber nacido en tierras planas, legendarias, de ríos crecidos, toros bravos, vacas mañosas, caballos cerreros, princesas indias, arpas afinadas y copleros relancinos”.


Esos llaneros son los que hoy me inspiran para escribir estas líneas y continuar con el blog de la Guata del Pauto. 

Yo no nací en el llano, soy la típica rola (nacida en Bogotá) que en el llano se conoce como guata, inexperta para desenvolverse en la despiadada sabana, incapaz de abrir un broche, completamente ingenua a la hora de tratar con un llanero o llanera y muy torpe para bailar joropo. 


Hace 8 años que llegué a las tierras planas de Casanare y durante todo este tiempo tuve la oportunidad y el honor de conocer auténticos llaneros, criollitos como el mastranto, hombres y mujeres pata al suelo de cuchillo al cinto, caballo salvaje y sombrero curtido de trabajo, personajes llenos de historias, de amabilidad, cortesía y con toda la disposición de enseñar su cultura, su sabiduría y sus tradiciones a esta guata que se sorprendía con todo lo que hacían; ellos me aceptaron en sus casas, en su vida y cotidianidad, siempre en un ambiente de burla respetuosa, creamos lazos de amistad que hasta hoy perduran aun estando a 10 mil kilómetros y un océano de distancia.


Conocí llaneros reconocidos y no tan reconocidos que hoy son los principales personajes de los relatos que la Guata del Pauto quiere compartir con todos ustedes, personajes dignos de reconocimiento y que hacen parte de los recuerdos más hermosos que guardo con gran cariño en mi corazón.
Cada vez que hablo de un criollo es inevitable decir la frase del Cachi Ortegón 

"Un llanero pata al suelo no camina, besa la tierra que lo besa"


Le agradezco especialmente a una de las familias llaneras más reconocidas en Trinidad, San Luis de Palenque y Orocué, la familia Zambrano dueños de varios Hatos y de la hoy reconocida RNSC El Encanto de Guanapalo, Gracias a ellos (Don Juan Carlos Vargas del hato Mata de Palma, don Carlos Gerardo Zambrano y su esposa Carim del Hato Montana y a don Germán y su esposa del Hato Altamira), ya que me abrieron las puertas de sus Hatos y de sus corazones para poder aportar algo a sus proyectos de vida,  ellos me permitieron disfrutar del encanto de sus tierras y la sabiduría de sus trabajadores para hoy escribir estos relatos que espero disfruten.




2 comentarios:

  1. Que emoción leer tu blog Lucia. Ya quiero leer más de tu sonrisa historias. Una abrazo grande lleno del calorcito de un atardecer llanero.

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  2. Gracias por leerme, es bonito cuando a la gente le gusta...mañana es la próxima historia!!
    Abrazo fuerte

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