jueves, 23 de abril de 2020

RICARDO, EL GUARDIÁN DEL "LIÓN" EN EL ENCANTO DE GUANAPALO

Ricardo con una gran boa constrictora, Foto tomada del
facebook de Ricardo.

Ricardo Arévalo es otro de los criollos que trabaja en el Encanto de Guanapalo, en el hato de Altamira, un hombre acuerpado, moreno y fuerte, un pata al suelo con toda la esencia del llano en su ser; trabajador de sabana abierta, gran jinete y ganadero por tradición, cuida del ganado con toda su alma y tiene muy claro cuáles son las amenazas y peligros más frecuentes en la libertad del llano adentro.

Lo conocí en la primera visita que realicé a Altamira, ese día íbamos de travesía con unos turistas extranjeros hacia el garcero y Ricardo fue asignado como el baquiano guía del grupo.

Para ese entonces teníamos algunos proyectos con la Fundación Cunaguaro en los que yo participaba, uno de esos era apoyar el proceso de consolidación del turismo de naturaleza en los hatos Zambraneros del encanto; una de mis compañeras de trabajo de campo y de algunas historias que relato en este blog era Samantha Rincón, una llanerita enamorada de los felinos y de quien hablaré en una próxima entrada; ella había estado meses atrás en los hatos realizando la caracterización biológica (buscar e identificar animales y plantas) ya que esto era uno de los requisitos más importantes para iniciar el trámite del proceso de registro como Reserva Natural de la Sociedad Civil (RNSC), ante la autoridad competente que en Colombia es Parques Nacionales Naturales (PNN). Su baquiano compañero precisamente fue don Ricardo y los dos tuvieron la fortuna de experimentar un avistamiento de puma mientras instalaban unas cámaras trampa en la zona del bosque de galería del caño Suarez; ella ya me había contado su emocionante historia y yo estaba ansiosa por conocer a don Ricardo, por caminar la sabana con él y lograr ver a ese gran felino en libertad. Ese día tuve la suerte de tener de compañero a don Ricardo en sus primeros pasos hacía el camino como guía de turismo de naturaleza.

Ricardo y Samantha Rincón en campo. Foto tomada
del Instagram de Samantha.

Me emocioné bastante al saber que él nos acompañaría al garcero, nos presentamos y con una cara un poco larga me preguntó: “¿Qué les voy a decir?”. Creo que era la primera o segunda vez que Ricardo salía como guía local a acompañar a un grupo de turistas extranjeros, yo iba como la guía principal de la fundación, le dije: “tranquilo… en el camino vamos contando algunas cosas del llano”, nos montamos al caballo y durante el camino empecé la conversación y a preguntarle sobre su vida y su trabajo en los hatos, a medida que nos alejábamos de la casa el paisaje se transformaba, pasábamos por esteros, por potreros de pastos nativos, por rastrojos, por magníficos árboles de aceite, ese árbol es muy especial en la sabana, tiene un tronco ancho de color rojizo y una copa frondosa con un color verde muy particular, para mí es el árbol más lindo del llano y estoy segura que a los grandes felinos les encanta pasar horas de descanso entre sus cómodas ramas en las que se pueden camuflar y vigilar todo desde las alturas; al final del recorrido se llega a una sabana limpia rodeada de pequeñas matas de monte, donde seguramente se escondía el puma.

Le pregunté a Don Ricardo por ese animal que había visto con Samantha, me miró con una sonrisa pícara y una expresión de extrañeza, le pedí el favor de que nos contara esa historia a los turistas y a mí; así que nos señaló la zona del caño Suarez y nos dijo que, en horas de la tarde, mientras acompañaba a una doctora a ver animales del llano, había visto a un lión (así es como llaman al puma en el llano) que había salido de entre el monte con ganas de cazar uno de los venados que se encontraban pastando en la sabana. Nos explicó que ellos se habían dado cuenta por que los venados estaban muy alerta y que la doctora le decía que estaban moviendo las orejas, que eso era la señal de que presentían algo; por suerte, aunque estaban lo suficientemente lejos para que el lión no los oliera pudieron verlo un buen rato.


Puma visto por Ricardo y Samantha. Foto: Samantha Rincón
Fundación Cunaguaro


La emoción al escuchar su historia no se hizo esperar, y empezamos todos a preguntarle si era grande, si había cazado el venado, si a él le había dado miedo, que si había visto más pumas o si ese era el primero que veía, entre otras cosas más; Ricardo respondió sonriente y aun con la mirada de extrañeza dijo que había visto uno que otro puma en el pasado en sus travesías por la sabana. Nos dijo que al llano y a todo lo que habita en él no había que tenerle miedo, sino respeto y que se debe ir con cautela acompañado de alguien que conozca la sabana y siempre alerta. Nos contó que este ejemplar del que hablaba era “un bicho grande”, y que no cazó el venado, que se echó a descansar en el borde de la mata de monte y por eso habían podido contemplarlo y aclaró que él prefería alejarse aunque el lión casi no se deja ver; Nos dijo que ellos saben que está por ahí por las huellas que ve, pero que es muy difícil toparse con alguno.

El puma (Puma concolor) llamado por los locales león pronunciado como “lión”, es el mamífero autóctono con más amplia distribución en el continente, es el segundo felino más grande que habita en Colombia y ha sido desplazado de más del 40% de su hábitat natural por la agroindustria y la urbanización, su población ha ido disminuyendo considerablemente por esta razón y por la cacería furtiva que también está relacionada al conflicto que tienen con los ganaderos, Su piel es de tonos habanos, cafés, rojizos o grises, la punta de la cola es negra en individuos adultos, los cachorritos son hermosos con manchas negras sobre su piel clara que les sirve para camuflarse y los  ojos  son azules, a los 3 o 4 meses cambian.

Puma (Puma concolor) Foto: Lucía Córdoba






















Se cree que los pumas cazan el ganado por eso los ganaderos no los quieren mucho y si ven uno fijo lo matan, sin embargo, son muy pocos los registros que se tienen sobre este hecho, al parecer los felinos más viejos o enfermos son los que cazan ganado por la facilidad de conseguir la presa, no hay gasto de energía, las hembras preñadas o lactando también pueden aprovechar este recurso debido a su estado, y se dice que con el ganado les enseñan a sus crías a cazar, sin embargo en ecosistemas biodiversos con presencia de chigüiros, venados, cerdos de monte, babillas y monos es más la oferta alimenticia, por lo que prefieren alimentarse de estos animales ya que hacen parte de su dieta natural y así evitan el contacto con los humanos.

Foto de un Puma realizada por Ricardo Arévalo.
Foto tomada del facebook de Ricardo.

Los grandes felinos se encuentran en la cima de la cadena alimenticia y son los primeros en desaparecer cuando hay perturbaciones en sus territorios, ya que son los más afectados por la falta de espacio, alimento y por la cacería, es por esto que la presencia de felinos indica el buen estado en el que se encuentran los ecosistemas en los que habitan ya que se puede decir que existen suficientes presas para su subsistencia, en pocas palabras hay biodiversidad; también son considerados especies sombrilla, ósea animales seleccionados para tomar decisiones relacionadas con la conservación, al proteger estas especies se protegen muchas otras que se encuentran en su territorio, para el caso de los llanos orientales al proteger a los pumas se protegen a los chigüiros, a los venados, a los cerdos, monos, entre otros y algunas plantas.

Pero muchos nos preguntamos ¿por qué se protegen otras especies si son precisamente de las que se alimentan? Resulta que al alimentarse de esas especies se regulan las poblaciones de éstas impidiendo que el número de individuos aumente sin control, estos animales son muy inteligentes y mientras menos energía usen durante la cacería mejor para ellos, por eso prefieren cazar  ejemplares viejos y enfermos, lo que permite disminuir la presencia de enfermedades que afectan a estas especies, al ganado, e inclusive a nosotros mismos.


Foto de un cachorro de Puma tomada por Ricardo Arévalo.
Foto tomada del facebook de Ricardo.
Los pumas como depredadores carnívoros están ligados al control de los mamíferos herbívoros (los que comen hierbas), que a su vez son depredadores de especies vegetales (pastos, plantas y árboles), estas especies vegetales son importantes y están relacionadas con la distribución de polinizadores (aves, murciélagos e insectos). Todo está conectado entre sí, por eso cuando la población de los grandes felinos como el Puma y el Jaguar se ven afectadas, se afecta el ecosistema completo, se nos pierde la esencia de los llanos, de la sabana y de los esteros.


Por tal razón los que trabajamos en conservación siempre preguntamos por la presencia de grandes felinos y eso era lo que le parecía extraño a don Ricardo; ya cuando estábamos a punto de llegar al garcero se me acercó en su caballo y me preguntó “doctora ¿por qué a la gente le gusta saber tanto de ese animal, si ese bicho es peligroso y se traga el ganado?” yo le respondí con otra pregunta “¿a usted no le parece que ese animal es muy bonito y poderoso?” se quedó pensando y me respondió “mmm…sabe que yo nunca me había puesto a ponerle atención a ese bicho, cuando lo vimos con Samantha nos quedamos mirándolo por mucho tiempo y sí que es bonito ese plago”, dijo, a lo que yo respondí: “si ve, además es un animal difícil de ver, usted mismo lo dijo, ya quedan muy pocos, así que verlo es toda una fortuna, los han matado y cazado por la piel y por qué supuestamente se comen el ganado”. Le pregunté: “¿De todo el tiempo que lleva trabajando con el ganado en estas tierras, cuantos animales se le ha comido el puma?”. Él quedó pensativo y mirando a la sabana dijo: “yo no recuerdo, uno que otro tal vez…pero con todo ese chigüiro y venado que anda por ahí, pues tiene mucho para comer” y aproveché para contarle a él y a los turistas algo parecido a lo que conté en los párrafos anteriores.

Puma concolor. Foto: Lucía Córdoba

Luego de un rato continuó su charla diciéndome que a él aún le costaba entender por qué la gente quería ir y conocer la sabana, que eso del turismo para él era muy raro “¿a qué van a venir? ¿A ver qué? Si esto por acá todo es igual y es muy peligroso” , a lo que yo le respondí: “Don Ricardo, para usted todo esto es normal, usted nació, creció y trabaja en estas tierras, pero para nosotros, los guates que venimos de las ciudades es todo un espectáculo, imagínese…yo nací, crecí y he vivido casi toda mi vida en la ciudad de Bogotá, allá solo se ve concreto (cemento), trancones, gente en corbata siempre de afán tratando de tomar un bus para ir a una oficina y mucha contaminación, el animal más exótico que se ve es el copetón (Sonotrichia capensis) un pajarito pequeñito que anda por los pocos árboles de la ciudad… venir acá es toda una aventura don Ricardo, es maravilloso verlos a ustedes con sus pies descalzos andando por esa sabana llena de bichos, con su cuchillo en la cintura, su sombrero, su caballo y algunos con la boca negra del chimó, son como personajes de película y más que sean ustedes los que nos acompañen a ver animales que solo en documentales de televisión podíamos ver es toda una maravilla”.

Foto de la sabana inundable en Casanare, ganado, garzas, venados, chigüiros y caballos salvajes junto a un estero.
Foto: Lucía Córdoba


Al llegar al garcero nos bajamos de los caballos y empezamos a andar, estaba lleno de corocoras (Eudocimus ruber), garzas paletas (Platalea ajaja), garzas morenas (Ardea cocoi), garzas reales (Ardea alba), garcitas del ganado (Bubulcus ibis), Pato aguja (Anhinga anhinga), Pato cuchara (Cochlearius cochlearius), zamuritas (Phimosus infuscatus), entre otras. Todas juntas le daban un toque sorprendente de color a la sabana, los turistas que nos acompañaban no dejaban de tomar fotografías y hacer exclamaciones de emoción. 


Pichones de garza en el garcero de Altamira.
Foto: Lucía Córdoba
Al internarnos en el garcero vimos los nidos llenos de pichones, lo más hermoso era ver sus plumones despeinados y sus pequeños cuerpos con picos enormes y ojos sobresalientes; el sonido que hacían miles de garzas adultas y de pichones en los nidos era ensordecedor y como todo en la naturaleza es un ciclo, bajo los árboles del garcero se encontraba un suelo húmedo y parte de una fuente hídrica llenita de agua donde reposaban babillas que esperaban sigilosas la torpeza de algún pichón que sin querer cayera del nido para alimentarse de él y como las aves recién nacidas son torpes, fueron muchos los espectáculos de depredación que nos ofreció el ciclo natural de la vida durante nuestro recorrido, al salir de allí nos esperaba el arrebol de un atardecer llanero y la puesta del sol en todo su esplendor, un espectáculo natural que dejó con la boca abierta a los turistas extranjeros que no dudaron en agradecerle a don Ricardo por su compañía y por permitirles conocer ese lugar, halagos que Ricardo recibió con mucho orgullo y alegría.

De regreso a la casa del hato volvió a acercarse con su caballo y me dijo: “Ahora entiendo por qué quieren venir, claro… es la sabana vista desde otros ojos, desde los ojos del guate que todo le sorprende”.

Ricardo en su caballo. Foto de Julián Mejía
Tomada del facebook de Ricardo

A las pocas semanas volví a acompañar a otro grupo de turistas que venían a conocer las reservas del Encanto de Guanapalo, y nuevamente Ricardo era el guía del grupo. Esta vez me saludo mucho más emocionado, me mostró las fotos de rastros del puma y una foto que logró tomar en la noche de uno de esos felinos comiéndose un chigüiro, y me dijo que necesitaba ahorrar dinero para comprarse un celular mejor y así sacar fotos más nítidas, que ya le tenía identificado el rastro al felino, que eso de seguir, observar y cuidar al puma le estaba gustando mucho.



Nos subimos al caballo y el solito empezó a contar historias como todo un guía profesional, entre esas la del puma que vio con Samantha, lo más lindo de ese momento fue escucharlo decir a los turistas como ese avistamiento y el trabajo de guía que había hecho hasta el momento le había cambiado la percepción que tenía del felino; les contó que para él antes de todo eso el puma era casi un enemigo, que le tenía miedo y lo evitaba, pero ahora al entender lo valioso que era para la sabana y de ver como muchas personas lo buscaban y se emocionan con solo escuchar la historia de haberlo visto,  se ha interesado en saber más de él, hoy Ricardo es el guardián del puma en las reservas,  sigue sus rastros para encontrarlo, para tomarle fotos y poder enseñarselas a los turistas que van a conocer el llano con la ilusión de poder ver este animal y no lo logran. También les contó que al principio el no creía en eso del turismo y que ahora lo entiende como una estrategia que le permite mostrarle su mundo a muchos que no tienen la oportunidad de vivir y ver lo que él todos los días.

Atardecer y garcero de Altamira. Foto: Lucía Córdoba
Ricardo en estos momentos es uno de los guías locales más importantes de El Encanto de Guanapalo, ha participado en diferentes capacitaciones como guía de avistamiento de aves y guía de naturaleza que han liderado conjuntamente entre la Fundación Cunaguaro, el doctor Alexis Duarte (en ese entonces secretario de turismo del municipio de San Luis de Palenque en Trinidad) y el clouster de turismo de Casanare. Ricardo hoy trabaja alternando sus dos pasiones, el trabajo de llano (la vaquería) y la guianza turística dando a conocer la forma en que el núcleo de reservas protege a ese felino que a tantos nos gusta, el puma.


Fotografía de una cría de puma tomada con las cámaras trampa
de la Fundación Cunaguaro en el núcleo de Reservas del
Encanto de Guanapalo.
Foto: Tomada del facebook de Fundación
Cunaguaro
Con La Fundación Cunaguaro iniciamos los trabajos de turismo de naturaleza en las reservas del Encanto de Guanapalo. Gracias al empeño y empuje de Laura Miranda, quien dirige la fundación y quien se empeñó desde el principio a sacar adelante el turismo de naturaleza en Casanare, hoy son muchos más los criollos que tienen la oportunidad de encontrar en el turismo una nueva opción de trabajo que les permite ser reconocidos por sus saberes, su trabajo y su cultura; hoy ellos son los protagonistas de la conservación de la sabana inundable, porque sin criollos, sin vacas, sin caballos y sin pumas, no hay sabana.

Con todo esto quiero expresar la importancia del trabajo que realizamos en campo, confirmar que sí es posible cambiar percepciones. Una simple charla, un momento vivido, una experiencia compartida puede modificar lo que inicialmente pensamos de algo; al entender la naturaleza con todas sus conexiones y fragilidades podemos entender la vida y trabajar por ella. Sé que Samantha también cuenta esta historia desde su vivencia y ojalá sean muchos más los que la cuenten y compartan para que se replique esta experiencia de conservación tan significativa para todos, sobre todo para los grandes felinos de las tierras llanas.


Datos bibliográficos tomados del libro Los Felinos de Colombia del Instituto Alexander Von Humboldt.

4 comentarios:

  1. muy buen relato y soy testigo de que Ricardo es un llanero completo he compartido con el en las reservas y es una persona que conoce de llano y sus tradiciones

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    1. Que bueno, Ricardo es una gran persona y todos los que trabajan día a día por conservar el llano y sus tradiciones. saludos y gracias por leerme.

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  2. Me encantan tus relatos soy asiduo lector de ese llano maravilloso, inmenso y seductor!!!

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    1. Muchas gracias por leerme, escribo con mucho amor!!
      Un fuerte abrazo!!

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