Ricardo con una gran boa constrictora, Foto tomada del facebook de Ricardo. |
Ricardo Arévalo es otro de los criollos que trabaja en el Encanto de Guanapalo, en
el hato de Altamira, un hombre acuerpado, moreno y fuerte, un pata al suelo con
toda la esencia del llano en su ser; trabajador de sabana abierta, gran jinete
y ganadero por tradición, cuida del ganado con toda su alma y tiene muy claro
cuáles son las amenazas y peligros más frecuentes en la libertad del llano
adentro.
Lo conocí en la primera visita que realicé a Altamira, ese día íbamos de
travesía con unos turistas extranjeros hacia el garcero y Ricardo fue asignado
como el baquiano guía del grupo.
Para ese entonces teníamos algunos proyectos con la Fundación Cunaguaro en
los que yo participaba, uno de esos era apoyar el proceso de consolidación del
turismo de naturaleza en los hatos Zambraneros del encanto; una de mis
compañeras de trabajo de campo y de algunas historias que relato en este blog
era Samantha Rincón, una llanerita enamorada de los felinos y de quien hablaré
en una próxima entrada; ella había estado meses atrás en los hatos realizando
la caracterización biológica (buscar e identificar animales y plantas) ya que
esto era uno de los requisitos más importantes para iniciar el trámite del
proceso de registro como Reserva Natural de la Sociedad Civil (RNSC), ante la
autoridad competente que en Colombia es Parques Nacionales Naturales (PNN). Su
baquiano compañero precisamente fue don Ricardo y los dos tuvieron la fortuna
de experimentar un avistamiento de puma mientras instalaban unas cámaras trampa
en la zona del bosque de galería del caño Suarez; ella ya me había contado su emocionante
historia y yo estaba ansiosa por conocer a don Ricardo, por caminar la sabana
con él y lograr ver a ese gran felino en libertad. Ese día tuve la suerte de
tener de compañero a don Ricardo en sus primeros pasos hacía el camino como guía
de turismo de naturaleza.
Ricardo y Samantha Rincón en campo. Foto tomada del Instagram de Samantha. |
Me emocioné bastante al saber que él nos acompañaría al garcero, nos
presentamos y con una cara un poco larga me preguntó: “¿Qué les voy a decir?”. Creo que era la primera o segunda vez que
Ricardo salía como guía local a acompañar a un grupo de turistas extranjeros,
yo iba como la guía principal de la fundación, le dije: “tranquilo… en el camino vamos contando algunas cosas del llano”, nos
montamos al caballo y durante el camino empecé la conversación y a preguntarle
sobre su vida y su trabajo en los hatos, a medida que nos alejábamos de la casa
el paisaje se transformaba, pasábamos por esteros, por potreros de pastos
nativos, por rastrojos, por magníficos árboles de aceite, ese árbol es muy
especial en la sabana, tiene un tronco ancho de color rojizo y una copa
frondosa con un color verde muy particular, para mí es el árbol más lindo del
llano y estoy segura que a los grandes felinos les encanta pasar horas de
descanso entre sus cómodas ramas en las que se pueden camuflar y vigilar todo
desde las alturas; al final del recorrido se llega a una sabana limpia rodeada
de pequeñas matas de monte, donde seguramente se escondía el puma.
Le pregunté a Don Ricardo por ese animal que había visto con Samantha, me
miró con una sonrisa pícara y una expresión de extrañeza, le pedí el favor de
que nos contara esa historia a los turistas y a mí; así que nos señaló la zona
del caño Suarez y nos dijo que, en horas de la tarde, mientras acompañaba a una
doctora a ver animales del llano, había visto a un lión (así es como llaman al
puma en el llano) que había salido de entre el monte con ganas de cazar uno de
los venados que se encontraban pastando en la sabana. Nos explicó que ellos se
habían dado cuenta por que los venados estaban muy alerta y que la doctora le
decía que estaban moviendo las orejas, que eso era la señal de que presentían
algo; por suerte, aunque estaban lo suficientemente lejos para que el lión no
los oliera pudieron verlo un buen rato.
Puma visto por Ricardo y Samantha. Foto: Samantha Rincón Fundación Cunaguaro |
La emoción al escuchar su historia no se hizo esperar, y empezamos todos a
preguntarle si era grande, si había cazado el venado, si a él le había dado
miedo, que si había visto más pumas o si ese era el primero que veía, entre
otras cosas más; Ricardo respondió sonriente y aun con la mirada de extrañeza dijo
que había visto uno que otro puma en el pasado en sus travesías por la sabana.
Nos dijo que al llano y a todo lo que habita en él no había que tenerle miedo,
sino respeto y que se debe ir con cautela acompañado de alguien que conozca la
sabana y siempre alerta. Nos contó que este ejemplar del que hablaba era “un bicho grande”, y que no cazó el
venado, que se echó a descansar en el borde de la mata de monte y por eso
habían podido contemplarlo y aclaró que él prefería alejarse aunque el lión
casi no se deja ver; Nos dijo que ellos saben que está por ahí por las huellas
que ve, pero que es muy difícil toparse con alguno.
El puma (Puma concolor) llamado por los locales león pronunciado como
“lión”, es el mamífero autóctono con más amplia distribución en el continente,
es el segundo felino más grande que habita en Colombia y ha sido desplazado de
más del 40% de su hábitat natural por la agroindustria y la urbanización, su
población ha ido disminuyendo considerablemente por esta razón y por la cacería
furtiva que también está relacionada al conflicto que tienen con los ganaderos,
Su piel es de tonos habanos, cafés, rojizos o grises, la punta de la cola es
negra en individuos adultos, los cachorritos son hermosos con manchas negras
sobre su piel clara que les sirve para camuflarse y los ojos son azules, a los 3 o 4 meses cambian.
Puma (Puma concolor) Foto: Lucía Córdoba |
Se cree que los pumas cazan el ganado por eso los ganaderos no los quieren
mucho y si ven uno fijo lo matan, sin embargo, son muy pocos los registros que
se tienen sobre este hecho, al parecer los felinos más viejos o enfermos son
los que cazan ganado por la facilidad de conseguir la presa, no hay gasto de
energía, las hembras preñadas o lactando también pueden aprovechar este recurso
debido a su estado, y se dice que con el ganado les enseñan a sus crías a
cazar, sin embargo en ecosistemas biodiversos con presencia de chigüiros,
venados, cerdos de monte, babillas y monos es más la oferta alimenticia, por lo
que prefieren alimentarse de estos animales ya que hacen parte de su dieta
natural y así evitan el contacto con los humanos.
Foto de un Puma realizada por Ricardo Arévalo. Foto tomada del facebook de Ricardo. |
Los grandes felinos se encuentran en la cima de la cadena alimenticia y son los primeros en desaparecer cuando hay perturbaciones en sus territorios, ya que son los más afectados por la falta de espacio, alimento y por la cacería, es por esto que la presencia de felinos indica el buen estado en el que se encuentran los ecosistemas en los que habitan ya que se puede decir que existen suficientes presas para su subsistencia, en pocas palabras hay biodiversidad; también son considerados especies sombrilla, ósea animales seleccionados para tomar decisiones relacionadas con la conservación, al proteger estas especies se protegen muchas otras que se encuentran en su territorio, para el caso de los llanos orientales al proteger a los pumas se protegen a los chigüiros, a los venados, a los cerdos, monos, entre otros y algunas plantas.
Pero muchos nos preguntamos ¿por qué se protegen otras especies si son
precisamente de las que se alimentan? Resulta que al alimentarse de esas
especies se regulan las poblaciones de éstas impidiendo que el número de
individuos aumente sin control, estos animales son muy inteligentes y mientras
menos energía usen durante la cacería mejor para ellos, por eso prefieren cazar
ejemplares viejos y enfermos, lo que
permite disminuir la presencia de enfermedades que afectan a estas especies, al
ganado, e inclusive a nosotros mismos.
Foto de un cachorro de Puma tomada por Ricardo Arévalo. Foto tomada del facebook de Ricardo. |
Los pumas como depredadores carnívoros están ligados al control de los
mamíferos herbívoros (los que comen hierbas), que a su vez son depredadores de
especies vegetales (pastos, plantas y árboles), estas especies vegetales son
importantes y están relacionadas con la distribución de polinizadores (aves,
murciélagos e insectos). Todo está conectado entre sí, por eso cuando la
población de los grandes felinos como el Puma y el Jaguar se ven afectadas, se
afecta el ecosistema completo, se nos pierde la esencia de los llanos, de la
sabana y de los esteros.
Por tal razón los que trabajamos en conservación siempre preguntamos por la
presencia de grandes felinos y eso era lo que le parecía extraño a don Ricardo;
ya cuando estábamos a punto de llegar al garcero se me acercó en su caballo y
me preguntó “doctora ¿por qué a la gente
le gusta saber tanto de ese animal, si ese bicho es peligroso y se traga el
ganado?” yo le respondí con otra pregunta “¿a usted no le parece que ese animal es muy bonito y poderoso?” se
quedó pensando y me respondió “mmm…sabe
que yo nunca me había puesto a ponerle atención a ese bicho, cuando lo vimos
con Samantha nos quedamos mirándolo por mucho tiempo y sí que es bonito ese
plago”, dijo, a lo que yo respondí: “si
ve, además es un animal difícil de ver, usted mismo lo dijo, ya quedan muy pocos,
así que verlo es toda una fortuna, los han matado y cazado por la piel y por
qué supuestamente se comen el ganado”. Le pregunté: “¿De todo el tiempo que lleva trabajando con el ganado en estas tierras,
cuantos animales se le ha comido el puma?”. Él quedó pensativo y mirando a
la sabana dijo: “yo no recuerdo, uno que
otro tal vez…pero con todo ese chigüiro y venado que anda por ahí, pues tiene
mucho para comer” y aproveché para contarle a él y a los turistas algo
parecido a lo que conté en los párrafos anteriores.
Puma concolor. Foto: Lucía Córdoba |
Luego de un rato continuó su charla diciéndome que a él aún le costaba
entender por qué la gente quería ir y conocer la sabana, que eso del turismo
para él era muy raro “¿a qué van a venir?
¿A ver qué? Si esto por acá todo es igual y es muy peligroso” , a lo que yo le
respondí: “Don Ricardo, para usted todo
esto es normal, usted nació, creció y trabaja en estas tierras, pero para
nosotros, los guates que venimos de las ciudades es todo un espectáculo,
imagínese…yo nací, crecí y he vivido casi toda mi vida en la ciudad de Bogotá,
allá solo se ve concreto (cemento), trancones, gente en corbata siempre de afán
tratando de tomar un bus para ir a una oficina y mucha contaminación, el animal
más exótico que se ve es el copetón (Sonotrichia capensis) un pajarito
pequeñito que anda por los pocos árboles de la ciudad… venir acá es toda una
aventura don Ricardo, es maravilloso verlos a ustedes con sus pies descalzos
andando por esa sabana llena de bichos, con su cuchillo en la cintura, su
sombrero, su caballo y algunos con la boca negra del chimó, son como personajes
de película y más que sean ustedes los que nos acompañen a ver animales que
solo en documentales de televisión podíamos ver es toda una maravilla”.
Foto de la sabana inundable en Casanare, ganado, garzas, venados, chigüiros y caballos salvajes junto a un estero. Foto: Lucía Córdoba |
Al llegar al garcero nos bajamos de los caballos y empezamos a andar, estaba
lleno de corocoras (Eudocimus ruber),
garzas paletas (Platalea ajaja),
garzas morenas (Ardea cocoi), garzas
reales (Ardea alba), garcitas del
ganado (Bubulcus ibis), Pato aguja (Anhinga anhinga), Pato cuchara (Cochlearius cochlearius), zamuritas (Phimosus infuscatus), entre otras. Todas
juntas le daban un toque sorprendente de color a la sabana, los turistas que
nos acompañaban no dejaban de tomar fotografías y hacer exclamaciones de
emoción.
Pichones de garza en el garcero de Altamira. Foto: Lucía Córdoba |
Al internarnos en el garcero vimos los nidos llenos de pichones, lo
más hermoso era ver sus plumones despeinados y sus pequeños cuerpos con picos
enormes y ojos sobresalientes; el sonido que hacían miles de garzas adultas y
de pichones en los nidos era ensordecedor y como todo en la naturaleza es un
ciclo, bajo los árboles del garcero se encontraba un suelo húmedo y parte de
una fuente hídrica llenita de agua donde reposaban babillas que esperaban
sigilosas la torpeza de algún pichón que sin querer cayera del nido para
alimentarse de él y como las aves recién nacidas son torpes, fueron muchos los
espectáculos de depredación que nos ofreció el ciclo natural de la vida durante
nuestro recorrido, al salir de allí nos esperaba el arrebol de un atardecer
llanero y la puesta del sol en todo su esplendor, un espectáculo natural que
dejó con la boca abierta a los turistas extranjeros que no dudaron en agradecerle
a don Ricardo por su compañía y por permitirles conocer ese lugar, halagos que
Ricardo recibió con mucho orgullo y alegría.
De regreso a la casa del hato volvió a acercarse con su caballo y me dijo: “Ahora entiendo por qué quieren venir,
claro… es la sabana vista desde otros ojos, desde los ojos del guate que todo
le sorprende”.
Ricardo en su caballo. Foto de Julián Mejía Tomada del facebook de Ricardo |
A las pocas semanas volví a acompañar a otro grupo de turistas que venían a
conocer las reservas del Encanto de Guanapalo, y nuevamente Ricardo era el guía
del grupo. Esta vez me saludo mucho más emocionado, me mostró las fotos de
rastros del puma y una foto que logró tomar en la noche de uno de esos felinos comiéndose
un chigüiro, y me dijo que necesitaba ahorrar dinero para comprarse un celular
mejor y así sacar fotos más nítidas, que ya le tenía identificado el rastro al
felino, que eso de seguir, observar y cuidar al puma le estaba gustando mucho.
Nos subimos al caballo y el solito empezó a contar historias como todo un
guía profesional, entre esas la del puma que vio con Samantha, lo más lindo de
ese momento fue escucharlo decir a los turistas como ese avistamiento y el
trabajo de guía que había hecho hasta el momento le había cambiado la
percepción que tenía del felino; les contó que para él antes de todo eso el
puma era casi un enemigo, que le tenía miedo y lo evitaba, pero ahora al
entender lo valioso que era para la sabana y de ver como muchas personas lo
buscaban y se emocionan con solo escuchar la historia de haberlo visto, se ha interesado en saber más de él, hoy
Ricardo es el guardián del puma en las reservas, sigue sus rastros para encontrarlo, para
tomarle fotos y poder enseñarselas a los turistas que van a conocer el llano
con la ilusión de poder ver este animal y no lo logran. También les contó que
al principio el no creía en eso del turismo y que ahora lo entiende como una estrategia
que le permite mostrarle su mundo a muchos que no tienen la oportunidad de
vivir y ver lo que él todos los días.
Atardecer y garcero de Altamira. Foto: Lucía Córdoba |
Ricardo en estos momentos es uno de los guías locales más importantes de El
Encanto de Guanapalo, ha participado en diferentes capacitaciones como guía de
avistamiento de aves y guía de naturaleza que han liderado conjuntamente entre la
Fundación Cunaguaro, el doctor Alexis Duarte (en ese entonces secretario de
turismo del municipio de San Luis de Palenque en Trinidad) y el clouster de
turismo de Casanare. Ricardo hoy trabaja alternando sus dos pasiones, el
trabajo de llano (la vaquería) y la guianza turística dando a conocer la forma
en que el núcleo de reservas protege a ese felino que a tantos nos gusta, el puma.
Fotografía de una cría de puma tomada con las cámaras trampa de la Fundación Cunaguaro en el núcleo de Reservas del Encanto de Guanapalo. Foto: Tomada del facebook de Fundación Cunaguaro |
Con La Fundación Cunaguaro iniciamos los trabajos de turismo de naturaleza
en las reservas del Encanto de Guanapalo. Gracias al empeño y empuje de Laura
Miranda, quien dirige la fundación y quien se empeñó desde el principio a sacar
adelante el turismo de naturaleza en Casanare, hoy son muchos más los criollos
que tienen la oportunidad de encontrar en el turismo una nueva opción de
trabajo que les permite ser reconocidos por sus saberes, su trabajo y su
cultura; hoy ellos son los protagonistas de la conservación de la sabana
inundable, porque sin criollos, sin vacas, sin caballos y sin pumas, no hay
sabana.
Con todo esto quiero expresar la importancia del trabajo que realizamos en
campo, confirmar que sí es posible cambiar percepciones. Una simple charla, un
momento vivido, una experiencia compartida puede modificar lo que inicialmente
pensamos de algo; al entender la naturaleza con todas sus conexiones y
fragilidades podemos entender la vida y trabajar por ella. Sé que Samantha
también cuenta esta historia desde su vivencia y ojalá sean muchos más los que
la cuenten y compartan para que se replique esta experiencia de conservación
tan significativa para todos, sobre todo para los grandes felinos de las
tierras llanas.
Datos bibliográficos tomados del libro Los Felinos de Colombia del Instituto Alexander Von Humboldt.
muy buen relato y soy testigo de que Ricardo es un llanero completo he compartido con el en las reservas y es una persona que conoce de llano y sus tradiciones
ResponderEliminarQue bueno, Ricardo es una gran persona y todos los que trabajan día a día por conservar el llano y sus tradiciones. saludos y gracias por leerme.
EliminarMe encantan tus relatos soy asiduo lector de ese llano maravilloso, inmenso y seductor!!!
ResponderEliminarMuchas gracias por leerme, escribo con mucho amor!!
EliminarUn fuerte abrazo!!