El Mítico río Pauto nace en la montaña, en
el Cerro de Romeral en Socotá (Boyacá), un río que nace en el Páramo y
desemboca en el río Meta y con este en el Orinoco, un río que conoce la
geografía de la Orinoquía.
En Casanare es el límite natural entre los municipios de San Luis de palenque y Trinidad, también lo es de San Luis de Palenque y Pore, 3 municipios cargados de historia de guerreros y libertadores; El Pauto es un río muy importante no solo por ser el sustento hídrico de dichas poblaciones, sino porque sus aguas cargan la historia y la magia de la cultura llanera, los criollos le escriben, le cantan y le hacen poesías, “llanero si soy llanero de las sabanas del Pauto”, canta el Cholo Valderrama.
En Casanare es el límite natural entre los municipios de San Luis de palenque y Trinidad, también lo es de San Luis de Palenque y Pore, 3 municipios cargados de historia de guerreros y libertadores; El Pauto es un río muy importante no solo por ser el sustento hídrico de dichas poblaciones, sino porque sus aguas cargan la historia y la magia de la cultura llanera, los criollos le escriben, le cantan y le hacen poesías, “llanero si soy llanero de las sabanas del Pauto”, canta el Cholo Valderrama.
Biodiversidad en las sabanas inundables. |
El Cholo también le canta en “mi verso criollo pauteño”, Daniel Gualdrón tiene canciones como “Pauto”, “Pauteño que se respete” y “Soy del pauto”, Walter Silva un poco más romántico canta “Cuando las aguas del pauto corran de abajo pa´rriba, ese día voy a olvidarte amor sin que me lo pidas” en su canción cuando llueva de pa´rriba.
Las letras de esas canciones describen a un llanero curtido y hecho de llano como diría el Cachi Ortegón, un llanero bien criollito nacido en las costas del Pauto, o en las del Cravo, del Ariporo, del Cusiana o del Yatea; ese hombre pata al suelo que vive y respira llano, ese llano de chigüiros, venados, babillas, marranos mañosos y aves de colores; ese llano de esteros y espejos de agua; ese llano que es dinámico y se transforma en médanos, en surales y en saladillales; ese llano lleno de peligros y bestias salvajes como lo describen los mismos criollos, con anacondas, caimanes, liones y tigres; ese llano de sabanas eternas, de caballos salvajes y ganado mañoso; ese llano de pastizales de diferentes colores, formas, tamaños, olores y texturas, ese llano donde se vive la llaneridad.
Pies descalzos de Seudiel Walteros. |
Una cultura arraigada en hombres y mujeres que
han compartido sus sabanas inundables con todo ser vivo, que aún piensan que ir a trabajo de llano
enbotao (Con botas) es mala presentación o cosa de guates, llaneros y llaneras
que les enseñaron a montar de a caballo descalzos para evitar enredarse y
malograrse cuando se les barajustara la bestia, ese llanero que capa al marrano
serrero para la marisca y lo suelta a la sabana con la certeza de que otro
llanero lo disfrutará, ese criollo que escoge su caballo de un hatajo sabanero,
lo doma y genera una relación de hermandad tan fuerte que dura hasta la muerte.
Seudiel Walteros tocando el cuatro. |
Fue preciso en la costa del Pauto que conocí a
ese llanerazo, a Seudiel Walteros o seco como le dicen sus conocidos. Seus como
le digo yo, ganó en dos oportunidades un concurso televisivo tipo reality
criollo llamado “EL GRAN LLANERAZO”, la
serie promovía las actividades que hacen parte de la vida cotidiana en el llano,
premiando a aquel llanero que cumpliera con todos los conocimientos y destrezas
de un hombre criado y formado para el trabajo en sabana abierta, un hombre que
dominara actividades como sacar anacondas de esteros, controlar caimanes en los
pasos de río para que no se tragaran a los becerros, domar caballos salvajes, pasar
lotes de ganado por ríos caudalosos, hacer artículos en cuero, conocer de
historia, cantar, tocar algún instrumento, bailar joropo y medírsele a lo que fuera, características que definen a un llanero faculto.
Rancho Museo el Llanerazo. |
Con esta descripción previa, conocer a Seudiel
para mí era todo un honor y allí estaba, esperando en el malecón del río Pauto en San Luis de Palenque; un hombre delgado de porte fuerte, de mediana estatura, piel canela, pies descalzos, pantalón arremangado, en la cintura su cuchillo con forro de cuero, camisa de cuadros ya trajinada, sombrero de ala caída; todo un caballero al hablar, de tono bajo, mirada humilde que transmite honestidad y una sonrisa pícara que encanta al escucharlo hablar.
Fui a conocer su rancho en las sabanas de San Luis de Palenque sobre la costa del río Pauto, en esa costa Seudiel y su familia habían encontrado unos vestigios arqueológicos que al parecer hacen parte de la historia de la cultura Achagua, una cultura de la que Seudiel es descendiente. Con esos hallazgos a Seco se le ocurrió la idea de iniciar un proyecto que le permitiera de alguna manera promover que su cultura, su historia y sus tradiciones las conociera el mundo entero para que su legado permanezca en el tiempo, así que decidió hacer dos ranchos de palma y los adecuó como museo, en uno de ellos se encuentra la demostración de lo arqueológico y en la otra la exposición de las herramientas y artículos que se usaban antiguamente en el llano; además de esto, los turistas que van pueden ver al llanerazo cruzando el río Pauto con su caballo, una de las escenas más impactantes y espectaculares que quedarán en mis recuerdos de por vida.
Su proyecto se llama el Rancho Museo El
Llanerazo, lo ha creado con sus propias manos y las de su familia, con el
rancho ha comenzado su emprendimiento familiar en turismo cultural, Seudiel el
llanerazo del Pauto, no solo maneja el rancho museo también trabaja como guía
de safaris de naturaleza en reservas naturales, hace parte del clouster de
turismo del departamento como empresario y es la imagen del turismo en el municipio
de San Luis de Palenque, en donde precisamente hay un mural de él pasando el
río Pauto en su caballo, una obra de Carlos Orlando Achagua un artista local.
Acá estoy yo, la Guata del Pauto con el Llanerazo del Pauto. |
En las sabanas del fantástico río Pauto y junto
a Seudiel y otros llanerazos mas, conocí, experimenté y viví el llano; aprendí a
valorar a la cultura llanera, una cultura en la que todo tiene significado, una
cultura que basa sus tradiciones en su relación y conexión más íntima con la
naturaleza, una cultura que le canta y le baila a la vida, una cultura que me
hace escribir y contar todo lo que aprendí desde la mirada de una guata enamorada
de la cultura llanera y de las sabanas del Pauto.