Uno de los recuerdos más tristes y a la vez más bonitos que guardo del llano fue haber conocido a Coconuco, de cariño lo llamamos “Coco”. Él es un (Puma concolor) que hace unos años cazadores ilegales atraparon en el corazón de la sabana inundable de Trinidad en Casanare, para comercializarlo.
Coconuco trepado en su árbol de Guácimo. Foto: Lucía Córdoba |
Coco actualmente se encuentra bajo los cuidados de los profesionales y trabajadores de La fundación la Palmita. La palmita es una ong socioambiental ubicada en Casanare, cuentan con una reserva natural de 400 hectáreas de sabana inundable y 250 hectáreas más de bosques de galería propiedad de la familia Mora Fernández; ellos han protegido este territorio desde hace mucho tiempo, actualmente cuentan con un centro de investigación en el cual desarrollan proyectos científicos y educación ambiental para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad.
"Coco" Foto Lucía Córdoba |
Tuve la fortuna de hacer algunos trabajos con la Fundación La Palmita donde conocí a Carolina Mora (Bióloga y directora de la Fundación), una mujer encantadora, llanera de nacimiento, con un profundo amor por la sabana inundable y un compromiso muy fuerte con la conservación de este ecosistema. Años atrás Carolina se enteró que algunos cazadores ilegales habían atrapado una familia de pumas, una hembra con dos crías.
Ella informó inmediatamente a las autoridades competentes, que tras largos 15 días desde la denuncia fueron hasta el lugar y solo encontraron un pequeño puma de tan solo 2 meses de edad que se encontraba mal herido.
La cría de puma siendo tan pequeño no podía controlar sus instintos y estando a merced de sus cazadores, se encontró con un gallo fino de pelea que desafortunadamente logro atrapar y con sus pequeñas garritas destrozó; su castigo no se hizo esperar y sin ninguna piedad recibió un fuerte golpe a la altura de su cadera que lo dejó sin movimiento en las extremidades traseras.
La autoridad competente al ver el estado del animal se negó a confiscarlo ya que no tenían los recursos para tratarlo, por lo cual la solución dada en su momento era practicar la eutanasia o peor aún, dejarlo con sus captores.
Cuenta Carolina que ella al ver el estado del pequeño felino le dio la razón a la autoridad competente; sin poder mover sus patas traseras era imposible que sobreviviera o que viviera dignamente. Sin embargo, su hermano Flavio Mora (profesional investigador de la fundación) se negó rotundamente y se prestó a darle los cuidados necesarios para lograr su recuperación, fue así que Flavio pide en comodato al Puma, lo llevan a la reserva y junto a veterinarios expertos como Ana Mora Barney le prestan los cuidados veterinarios necesarios.
"Coco" Foto: Lucía Córdoba |
En la reserva le construyeron un recinto lo suficientemente grande, lo cuidaron, atendieron y alimentaron; pero muchos seguían pensando que la suerte del felino no iba a ser la mejor y seguían optando por la eutanasia. No obstante, los veterinarios seguían tratando al pequeño Puma, dieron una dieta balanceada y complementos de calcio para sus huesos y hacían fisioterapias con balones para fortalecer los músculos de las extremidades traseras.
Carolina en medio de una noche de confesiones me contó con grandes lágrimas en sus ojos, que empezó a ver comportamientos extraños en el cachorro cuando se encontraba solo en su recinto, que veía que se arrastraba y se movía de forma extraña; al acercarse para ver lo que sucedía se quedó completamente sorprendida, el cachorro se arrastraba hasta unos cocos que se encontraban cerca de él, lograba ubicarlos debajo de sus patitas traseras y empezaba a moverse hacia adelante y hacia atrás como lo hacían sus veterinarios cuando le hacían las terapias con los balones, “Era de no creer” me decía y llorando desconsoladamente se reprochaba por haber pensado en algún momento que lo mejor para él habría sido la eutanasia.
"Coconuco" Foto: Lucía Córdoba |
Poco tiempo después “Coco” ya trepaba los arboles aun con sus patitas colgando.
La inteligencia de este animal, sus ganas de vivir y los cuidados de sus veterinarios, toda la familia y los trabajadores de la reserva, lograron la recuperación total del animal; a los pocos meses recobró el movimiento y aunque sus patitas delanteras se desarrollaron mucho más que las de atrás, el cachorro creció fuerte, si se le mira con detenimiento se le ve una leve cojera, pero eso también lo hace único, es un puma con “tumbao”.
El felino ya adaptado a sus nuevas condiciones y con movilidad total en sus patas de atrás empezó a disfrutar de su recinto, tiene suficiente espacio para caminar, una fuente de agua constante, una plataforma en la parte alta de un hermoso y frondoso árbol de Guácimo (Guazuma ulmifolia), que tiene unas largas y fuertes ramas en las que puede trepar y descansar.
Un día un pavo real salto la malla de protección del recinto de “Coco”, sus instintos afloraron al ver ese delicioso bocadillo cerca de él y lo motivaron para perseguirlo; el pavo logró volar y salir del recinto, pero Coconuco con su instinto cazador trepó una de las ramas del árbol y de un largo salto logró saltar la malla; al sentirse en libertad corrió hacia la sabana hasta perderse en uno de los bosques de galería.
El susto fue para todos, inmediatamente los trabajadores y veterinarios de la reserva corrieron al monte a buscarlo, pero no fue fácil encontrarlo, Ana Mora su veterinaria y cuidadora más cercana en su afán por encontrarlo, lo llamaba insistentemente hasta que él le respondió.
Foto: Lucía Córdoba |
Ana cuenta que al escucharlo gemir corrió a su encuentro, “Coco” al reconocerla se le acercó muy asustado y prácticamente le abrazó una de sus piernas como diciendo “por favor llévame a casa” fue así que “Coco” regresó a su hogar. La familia Mora después de ese incidente amplió aún más el recinto e instaló de nuevo la cerca de forma que “coco” no pudiera volver a saltarla. Sin embargo, los árboles crecen, pero “Coco” aprendió la lección, sabe que afuera hay un mundo de libertad desconocido para él y en el que no podrá sobrevivir sin los cuidados de su familia humana.
Cuando conocí a coco fue amor a primera vista, al escuchar sus historias y sus aventuras me atrajo aún más; es increíble pensar cómo un animal de estos puede ser tan inteligente como para llegar a hacerse auto terapias para volver a caminar y como reconoce que, aunque anhela la libertad allí no podrá sobrevivir solo.
Siempre que pienso en él (muy seguido pienso en él), imagino lo frustrante que debe ser para un gran felino no poder disfrutar de ese instinto de cacería, ese instinto de acechar, perseguir y jugar con sus presas, Es por eso que cada vez que podía ir a visitarlo le llevaba su regalito o se lo enviaba con alguien que sabía que iba para la reserva.
Para algunos puede ser un instinto nefasto y cruel, pero para mí es parte de su naturaleza y gracias a ese instinto de cacería los grandes felinos cumplen su importante función en los ecosistemas; controlar otras poblaciones de animales que si no tienen un depredador natural, aumentarían en número causando graves problemas en el equilibrio ecosistémico, un ejemplo de esto es el aumento de jabalíes o zainos en la sabana, estas grandes manadas de cerdos silvestres se alimentan preferiblemente de los frutos del moriche (Mauritia flexuosa) disminuyendo el número de semillas que pueden germinar, lo que ha puesto en grande peligro a los morichales.
"Coconuco" Foto Lucía Córdoba |
Por eso es tan importante la conservación en estado silvestre de los felinos. Las sabanas, selvas y bosques necesitan a estos animales, su presencia es un indicador de un ecosistema en equilibrio. En Colombia hay seis especies de felinos de los 36 que hay en el mundo, en Casanare contamos con la fortuna de tener 5 de ellas que, aunque se encuentran en grave peligro, la conciencia y la educación para su preservación ha aumentado en el territorio gracias a ong´s como La Fundación La Palmita, que hacen educación ambiental por medio de “Coco” contándole a sus visitantes la historia y haciendo énfasis en las graves consecuencias que trae consigo la cacería ilegal y la tenencia de especies silvestres como mascotas.
Por más ong´s como La Palmita, por más educación ambiental y por mas corazones bondadosos como los de la familia Mora que hoy protegen ecosistemas y conservan su biodiversidad.
Saludos a Coconuco y ojalá de vez en cuando le den uno de esos regalitos de parte de esta guata que lo recuerda desde la distancia.